El amor solo puede echar raíces en la verdad.
El amor se daña con la incomodidad y el resentimiento.
Desde pequeños la mirada de nuestros educadores ha sido muy importante, una niña o niño se siente amado y valorado, en función de la mirada que recibe.
El niño/a explora el mundo, se expresa desde sus impulsos internos y poco a poco va aprendido lo que es bien recibido o mal recibido en su ambiente.
Todo ello creó hábitos en tu forma de relacionarte.
Cuando somos adultos estos códigos que aprendiste siguen teniendo una impronta, especialmente en nuestras relaciones íntimas.
Es posible que te hayas acostumbrado a evitar enfadarte o que tiendas a ocuparte de las necesidades de los demás antes que de las tuyas propias.
Por ello a veces en nuestras relaciones de pareja o de amigos, tendemos a dejar de hablar ciertas cosas: a lo mejor te cuesta darse el permiso de hablar de eso que es importante para ti, aunque sea un momento incómodo. A veces por miedo a que se desate un desencuentro o una crisis de pareja.
Sin embargo lo que te hace sentirte incómodo en la relación, lo que no te permites expresar va creando aislamiento entre tú y la persona que amas.
A veces se convierte en juicios hacia el otro/a, en malestar que va creando resentimiento, en pequeñas parcelas de la relación que dejáis de compartir.
Darte cuenta de estos códigos antiguos te permite darte cuenta de tus necesidades y vivirte de forma más auténtica en las relaciones y más acorde a quien somos hoy día.
Las relaciones íntimas, es el lugar donde todos queremos compartir lo mejor de uno/a y abrirnos, sin embargo compartir las dificultades y partes menos brillantes es lo que permite una verdadera intimidad.
Intimidad en el sentido de que puedas ser como tú eres, desnudarte con lo que te pasa y atreverte a dejarte amar con todas tus versiones las más brillantes y las menos. Atreverte a que el otro te conozca tal y como tú eres y ser amado/a sin tener que camuflarte.
Este hábito de mostrarte al otro ya sea tu pareja o un querido amigo/a genera confianza en ti mismo y en la relación. La confianza relaja y nutre el amor que hay entre ambos. Si hay confianza la sexualidad, el disfrute, el compartir será más fluido en vuestra relación.
Si te resuenan estas palabras, te invito a tomar este pequeño desafío:
– Observa una relación que sea importante para ti y que en algún aspecto te sientas incómoda/o. Siéntela, tráela a este momento.
– ¿ Hay algún miedo de expresar tu verdad, tu incomodidad ?
– Observa ese miedo, ¿si dejas de expresarla ese miedo se va?
– ¿ Que necesitas de ti mismo/a para compartir esto que te pasa con tu pareja o amigo/a?
Con agradecimiento a la verdad y al amor.
Pushya Alfonso Jiménez.
Foto: Tom Parson