Compartir con vosotros/as que a veces cuando nos damos cuenta que algo debe cambiar, que alguna manera de mirarnos, o mirar al mundo nos es dañina u obsoleta.
Sucede que nuestra mente quiere un cambio rápido ya!!
Nos desesperamos si volvemos a pillarnos en esa acción.
Sin embargo los procesos del cuerpo y de nuestra alma toman tiempo.
Paso a paso, podemos llevar nuestra presencia y compasión cada vez que nos volvemos a liar con nosotros/as mismos.
Así nuestros procesos requieren su tiempo, que la consciencia vaya aterrizando en las pequeñas acciones cotidianas para irlas transformando.
Darnos el permiso de sentir lo doloroso, lo incómodo, vergonzoso, la tristeza de esa situación, o tema.
Ese dolor, incomodidad es necesaria para la transformación, conectar con el dolor y sentirlo, es el motor necesario para la transformación que deseas.
No es posible el cambio sin liberar de tu cuerpo los viejos patrones emocionales.
Es un acto de amor contigo mismo/a sentir lo incómodo, por eso crecer es tan desafiante en esta sociedad que está diseñada para no sentir ni dolor, ni excesiva alegría. Está echa para vivir anestesiados en un limbo de insatisfacción.
Sentir es una acto de amor, que solo puedes hacer tu por tí misma/o. Y solo requiere la luz de tu presencia.
Pushya
Foto: Benjamin Balázs
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