Las mil y una maneras de hacerte el amor

Mientras hacía senderismo, me quedé sola y disfruté de una conexión profunda con mi cuerpo y entorno, experimentando una sensación placentera y vigorizante. Esta experiencia me recordó la importancia de encontrar compañía en uno mismo y el equilibrio entre nuestra energía masculina y femenina.

Autora:  Pushya

En esta vacaciones el tiempo libre me permite seguir investigando en relación al cuerpo, a la sexualidad.

Ayer estaba haciendo un sendero y al bajar me paré a echar una foto, dio casualidad que me quedé descolgada del grupo, podía haber aligerado la marcha para alcanzarlos y decidí bajar sola durante casi 3 horas caminado al atardecer.

Me dió tiempo a decidirlo y optar por confiar en que seguro me orientaba en los cruces de camino.

Después del esfuerzo de subir a la cima sentía las piernas muy presentes y me dí cuenta que ellas serían mis compañeras de camino.

Comencé dejando la atención en las piernas y disfrutando de sentir el caminar en mi cuerpo, se extendió esta presencia al movimiento de las caderas, el calor que emanaba del movimiento comenzó a trasmitir sensaciones a los genitales que respondían a este calor haciéndose presentes y energetizándose, me notaba más sensitiva al exterior, el olor de los pinos que me cruzaba, los cambios de la luz al atardecer, los diferentes colores… sentía una sensación placentera y vigorosa que iba aumentando con el tiempo, era sexual y serena a la vez, el corazón se expandía y la mente se iba calmando.

No estaba enfocada en nadie, sino mi propia sexualidad manifestándose a medida que yo estaba presente y sin expectativas con mis sensaciones.

Fue una forma de hacerme el amor a mí misma caminando, permitiendo las sensaciones y teniendo la atención para mí.

Hay momentos en que anhelamos la compañía del otro y ahí olvidamos que nosotros podemos ser siempre nuestra propia compañía que nos reconforta, nos seca las lágrimas de la soledad y encuentra formas creativas de estar en amor a nosotros.

Cuando estamos en nuestra propia presencia podemos compartir con los demás desde un lugar distinto a la carencia que necesita llenarse con la atención de la otra persona para sentirse bien, visto o completo.

 

Este es el matrimonio al que nos invita el Tantra:

Nuestra parte masculina que nos brinda presencia y sostén.

Nuestra parte femenina que provee del flujo de la vitalidad desplegándose por el cuerpo.

Desearos para el 2021 muchos momentos de encuentro entre vuestro masculino y femenino interno, que colaboren para una vida más extática y así la traigamos a las relaciones carnales.

Pushya Alfonso

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