Cómo transformé mi sexualidad en lo que deseaba

No sé cómo fue tu iniciación a la sexualidad, pero desde mi primer encuentro supe que debía haber algo más. Lo que viví no era lo que yo quería.

Autora:  Pushya

sexualidad consciente

No sé cómo fue tu iniciación a la sexualidad, pero desde mi primer encuentro supe que debía haber algo más. Lo que viví no era lo que yo quería.

Afortunadamente, a los 23 años, en un momento de vacío existencial, me encontré con el Tantra. Me di cuenta de que el Tantra me transformaría, y así fue. Me desafió a salir de la zona de insatisfacción y dependencia emocional en mis relaciones, y a expresar mi verdad, por más incómodo que resultase.

Han pasado 22 años desde entonces, y sigo practicando Tantra a diario, compartiendo mi camino con otros. A lo largo de este tiempo, he aprendido mucho, tanto en mi propia experiencia como con los hombres con quienes he compartido una sexualidad plena y auténtica.

El anhelo de una sexualidad diferente

En los talleres que facilito, escucho a menudo a las mujeres decir que anhelan una sexualidad más conectada con ellas mismas, menos enfocada en complacer a los demás. Por otro lado, los hombres desean profundamente una conexión real.

Entonces, ¿por qué no nos encontramos?

  1. La educación sexual: La forma en que nos han educado en la infancia y adolescencia nos ha alejado de disfrutar plenamente de nuestros cuerpos, atrapándonos en roles que crean distancia entre nosotros.
  2. Falta de consciencia emocional: Nos cuesta comunicarnos con claridad, poner límites y expresar lo que realmente nos gusta.
  3. Desconexión del deseo: No sabemos cómo potenciar la conexión y el deseo mutuo.
  4. Una sexualidad superficial: Vivimos una sexualidad que no está al servicio de la belleza y el potencial que cada encuentro puede ofrecer.

El poder de no ser condescendiente

Lo que más me ayudó a transformar mi sexualidad fue no ser condescendiente conmigo misma ni con mi compañero. Me mantuve arraigada a mis sensaciones durante los encuentros, expresando lo que me gustaba y lo que no.

Un ejemplo claro fue un encuentro en el que, al desnudarnos, sentimos vergüenza. En lugar de esconderme de esa sensación, tomé el desafío de pedirle a mi compañero que nos tomáramos unos momentos para mirarnos mutuamente. La vergüenza se disipó rápidamente, y ese pequeño gesto nos permitió entrar en un espacio de mayor confianza. Desde ahí, el encuentro se tornó más relajado y conectado, y ambos estábamos agradecidos por habernos dado ese momento de conexión.

La importancia de expresar lo que necesitas

No necesitas estar en una relación de larga duración para expresar lo que necesitas en un encuentro. Y si lo estás, con más razón aún para cuidar y disfrutar de esa relación. Cada encuentro es una oportunidad para ser tú mismo, para recolocarte en una posición de gozo desde la que compartir con el otro. Es también una ocasión para ampliar el placer de vivir. Todos estamos en este proceso de aprendizaje.

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