Las mujeres hemos aprendido a subirnos a un mundo en el que nuestros ritmos, cualidades y voz no es valorada, esta ha sido una experiencia común en todas nosotras ya sea como hijas, parejas, madres o en el mundo laboral. Ha sido un gran esfuerzo que nos ha permitido tener independencia, comenzar a hablar con nuestra propia voz  y demostrar nuestro valor.

Hemos experimentado ser capaces de llevar a cabo muchas cosas y aún así es posible que haya momentos en que la sensación de no eres suficiente sigue ahí así como la dificultad de abrirse a recibir.

Este constante producir y buscar valoración externa nos aleja de una parte esencial, el placer y por tanto nos impide dignificar lo femenino.

Nos sentimos valiosas, nuestra autoestima se nutre cuando vivimos con placer y ponemos nuestra sensualidad al servicio de nuestra vida.

Para ello es imprescindible escucharnos y permitirnos nuestros ciclos de: actividad – descanso, cuidar – cuidarse, dar – recibir, lo común – lo individual.

Así comienzan a suceder momentos cotidianos, dónde estoy gozosa conmigo: en la sexualidad, en el trabajo, en las relaciones.

Si quieres saber como hacerlo y comenzar este mismo Otoño a dar los pasos hacia ello, te propongo este encuentro donde saldrás con la claridad para establecerlo en tu día a día, esta vez desde el placer dejando atrás el esfuerzo y sacrificio, que te hace sentir insatisfecha con tus acciones.