Sentirnos merecedores de amor y placer

No se si te has pillado alguna vez con esa voz interior que te susurra: que no eres lo suficiente, que te juzga duro y que tiene tanto miedo al fracaso o a abrirte que te desvitaliza o que te lleva a vivir en el esfuerzo.

¡Bienvenida/do! Esta herida emocional la tenemos todos más o menos consciente, se formó cuando en nuestra infancia nos comparaban, no valoraron nuestra forma de ser, nos criticaron o los mayores nos culpaban de sus frustraciones y tuvimos que renunciar a nuestra singularidad para encajar o ser queridos.

¿A quien no le pasado esto?

Intentar cambiar la forma de ser de un niño/a para que se adapte a la norma ha sido la base de la educación, afortunadamente está cambiando.

Cuando sentimos que no somos merecedores de atención, amor, abundancia, placer .. es como si sintiésemos que en algún lado estamos incorrectos, que hay algo mal en nosotros y por tanto no nos va a tocar vivir eso que tanto anhelamos. Suele salir más a flote cuanta más intimidad o más posibilidades de éxito: un amor con posibilidades, un trabajo que te gusta, es decir cuando nos toca sentirnos valiosos y dignos de recibir.

Lo que llaman; el Síndrome del impostor.

Me encanta que algunas celebrities comiencen a compartir que a ellos/as también les pasa.

Este verano me pasó, después de un trayecto donde tuve que tomar: 2 barcos y 3 buses de Latinoamérica, que es otro concepto de bus, llegue a Santa Teresa, un pueblito en una península preciosa, dejé mis cosas, deseando darme un baño en la playa, cuando vi esa playa de 14 km llena de hermosa vegetación, palmeras a pie de agua, gente haciendo surf, bonitos chill outs… Mi mente dijo: ¡es demasiado! , comencé a sentirme pequeña, un poco desorientada, desvitalizada y triste.

Me di cuenta, me tome un tiempo para observar la playa y observarme. Al rato seguí caminando, acompañando ese proceso.
Reconocer esta herida me ayudó a pararme y darme un tiempo. Al ratito se disolvió, sintiéndome muy afortunada de estar allí, muy, muy agradecida a la vida y valorando mi coraje de viajar sola con todo lo que eso supone. Viajar para mi es un peregrinaje a lugares menos transitados, me encanta ir a lugares bellos, esa playa me zarandeó a abrirme y salir de mi zona conocida.

Viajar por nuestras heridas, caminarlas, conocerlas y respirarlas es una suerte, aunque a veces es doloroso, sí.

El beneficio es inmenso siempre por que nos saca de zonas grises, de patrones de sufrimiento a ser dueños de nosotros.

Una forma inconsciente de esta herida es cuando elegimos relaciones donde no nos sentimos valoramos y amados. Otra forma inconsciente es cuando necesitamos constante valoración externa ( narcisismo ) trabajando mucho, muchas relaciones sexuales sin calado, esforzándonos en ser queridos, con un sabor a vacío y amargo.

Son formas de no sentir esa inseguridad que nos toca cuando algo o alguien nos gusta mucho y queremos abrirnos.

Lo que más me ayudado a mi es:

  • Conocer esta herida mía y no rechazarla, amar lo que una vez fue rechazado.
  • Asentarme en mi cuerpo cuando la noto, para que las emociones tengan un lugar donde reposar y no me descentren.

Estar dispuesta a sentir esa sensación de inseguridad, de no ser suficiente, no esconderme para dejar de tenerle miedo y constatar que tengo fuerzas para abrirme a la V I D A y ganas.

Lo que más me ayuda es darme placer y ternura cuando se detona, durante, después, antes …. Considerarme merecedora de todo lo bueno y que mi cuerpo se entere con gozo, caricias, mimos. Es un salto cuántico del dolor al gozo.

Espero que lo que te cuento te inspire a florecer en dignidad y gozo.
Pushya.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

X